domingo, 13 de julio de 2008

María Rosa

¿Qué quieres, niña de mi alma
para dormirte tranquila?
si un cuento te da la calma
aquí está el cuento, mi vida:

"Érase un botón de rosa,
érase un sólo botón,
érase azul mariposa,
érase un rayo de sol"

Y esa mañana de gloria,
cuando se encuentran los tres,
comienza al fin nuestra historia,
escucha, te contaré:

"Decidieron los amigos,
su belleza sin mancilla,
poniendo a Dios por testigo,
regalársela a mi niña"

"El sol se quedó en tu pelo,
en tus mejillas, la rosa,
y en tus ojos, como el cielo,
se quedó la mariposa"

"Y como pasan las cosas
en estas historias mías..."
¿No me escuchas, María Rosa?
...pobrecita...está dormida.

lunes, 7 de julio de 2008

El sol de enero


El sol de enero vivía en Valencia. Ya sé que todos creemos que hay un sólo sol y que brilla para el mundo, pero este sol era especial. Les contaré: Cuando desde las cinco de la mañana comenzaba el estruendo de los autobuses por la avenida Lara y a amontonarse gente en las paradas, yo me asomaba por la ventana esperando que su luz, allá en el horizonte, me permitiera salir. Siempre notaba que aunque fueran las seis y media, él seguía dormido. La pobre luna debía estar en el cielo con un desfase de hora y media. El sol abría un ojo a las seis y cuarenta, pero con una calma digna de su nombre.
Un día, estando especialmente de mal humor, le increpé: Asómate ya, dormilón. Tu obligación es salir a las seis de la mañana, cumple tu trabajo y alumbra.
Me enteré entonces de que el pobre estaba enfermo, cuando moviendo con dificultad dos de sus rayos para apartar una nube rosada, bostezó con cansancio. "No he podido dormir, me dijo, he estado toda la noche y todas las noches oyéndolos, viéndolos trasnochar, embriagarse, pelear. Desde las once han pasado por aquí más ambulancias de las que me acuerdo; he estado escuchando sirenas durante horas. Me duele la cabeza, que, en mi caso, es decir que me duele todo. Quiero descansar y debo trabajar. Es injusto"
-Pobrecito de tí- le contesté. Pero, mira, te invito para mi pueblo, ya que necesitas vacaciones. Allá te repondrás. Claro que algunas noches dormirás mal con uno que otro ruido, pero la mayoría de las veces dormirás muy bien. Te despertarás muy temprano, cuando oigas los pájaros en el patio y podrás descansar desde las seis de la tarde. Vente conmigo.
"Gracias, me dijo el sol. Eso suena muy bien, pero no puedo hacerlo. Esta ciudad tan ruidosa estaría muy triste sin mí. La gente, que se levanta esperándome, se decepcionaría si no salgo un día aunque esté cansado. Son mis rayos los que hacen que tengan que despertarse. Acuérdate que ellos también están durmiendo mal, porque el ruido que a mí me afecta tampoco a ellos les permite descansar. Yo soy un sol solidario. Las penas compartidas pesan menos. Además, estoy acostumbrado a la ciudad".
¡Vaya un sol tonto!, me dije. Y cerré la ventana.


domingo, 6 de julio de 2008

Yo soy el capitán


Cuando yo sea grande
voy a ser marinero,
en un barco bonito
yo quiero navegar,
usaré un traje blanco
muy limpio y elegante,
para ir sobre las olas
en el azul del mar.

Te invitaré al paseo
si quieres ir conmigo,
verás lindas sirenas
saludarme al llegar,
y si eres valiente
yo te haré mi asistente.
Serás mi compañera.
¡Yo soy el capitán!