Cuando
aprenda
a
contarme los dedos,
cuando
escriba
en
mi cuaderno nuevo,
quizás
ya no me gusten
las
comiquitas;
si
me aburre la tele,
buscaré
en la repisa
los
libros que me trajo
la
abuelita.
En
sus dibujos lindos
adivino
un
mundo de colores
y
trinos.
Voy
a aplicarme mucho
para
saber
caminar
por sus líneas
sobre
el papel.
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