Con un abrigo de niebla
se despertó la mañana,
y se empañan las ventanas
con los suspiros del frío;
el sol, que no se desvela,
sigue tranquilo en la loma;
ni un sólo rayo se asoma
porque el rey está dormido.
Con su ondulante secuela
se va iluminando el cielo.
¡Anda, sol, no tengas miedo,
acompáñame a la escuela!
3 comentarios:
digno de ti
Hola Duque. Gracias por venir a leerme; sé que la poesía infantil no es algo a lo que seas asiduo, por eso aprecio mucho tu gesto. Un saludo, amigo.
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